jueves, 12 de junio de 2014

Leyendas de Guatemala, presentadas por Laurie Sánchez y Stefany Fonseca





Miguel Ángel Asturias (ganador del Premio Nobel de literatura de 1967)  nació en el año de 1899 en la ciudad de Guatemala. En Europa estudió antropología y literatura. Entre 1924 y 1933 estando en  París,   investigó sobre las civilizaciones indígenas centroamericanas junto a George Renaud (1893-1975). Durante su estancia en Francia, Asturias tuvo la oportunidad de tener un acercamiento con sus raíces culturales y con el surrealismo, una corriente vanguardista impulsada por André Breton. Ambas cuestiones son importantes para entender el trasfondo de Leyendas de Guatemala porque Miguel Ángel Asturias retomó las creencias de su pueblo para mantenerlas vivas en un mundo que cambia constantemente y lo hizo mezclando la imaginación con la realidad a través de técnicas innovadoras.
Leyendas de Guatemala  fue publicada por primera vez en 1930, pero en 1948 se agregaron a la obra dos leyendas: Los brujos de la tormenta primaveral y una pieza de teatro de 6 actos llamada Cuculcán. En la obra encontramos leyendas de tres tipos: En primer lugar, las leyendas precolombinas, es decir, aquellas que tocan temas sobre los nativos y sus creencias. En segundo lugar, las leyendas de la conquista y que tratan sobre los enfrentamientos entre los nativos y los españoles que llegaron a tierras guatemaltecas. Y en tercer lugar, las leyendas contemporáneas que relatan las creencias populares de los guatemaltecos en seres sobrenaturales.
Aunque cada leyenda es distinta en muchos aspectos, el lenguaje que se utiliza en ellos es sumamente complejo, por ejemplo, para referirse a los girasoles, Asturias utiliza la palabra heliotropos. Además de esto, es posible reconocer que las figuras literarias que Miguel Ángel Asturias más utilizó  son por un lado la personificación, este recurso permite que los seres inanimados como ríos y árboles cobren vida y tengan parte importante dentro de las historias (“Las raíces habían asistido al entierro de los cometas en la planicie inmensa de lo que ya no tiene sangre...”, “El río entró jugando con las arenas blancas…”). Es importante recordar que en el Popol Vuh las personificaciones también están muy presentes. Y por otro, la onomatopeya, que le da musicalidad a las leyendas, un ejemplo claro es en Ahora que me acuerdo: “Agarrándome una mano con otra, bailo al compás de las vocales de un grito ¡a-e-i-o-u! ¡a-e-i-o-u! y al compás monótono de los grillos!
Si bien es cierto, las leyendas son muy complejas tanto por su lenguaje como por su contenido son muy interesantes porque en ellas se manifiesta claramente la cultura y las creencias no solo de Guatemala sino también de toda Centroamérica, pues aunque en los pueblos se cree tanto en la religión católica como en seres sobrenaturales que se le aparecen a las personas. Las leyendas que no hablan sobre esto que acabamos de mencionar, nos permiten conocer más sobre las civilizaciones indígenas aunque gran parte de lo que se narra en ellas sea meramente ficción.

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