Miguel
Ángel Asturias (ganador del Premio Nobel de literatura de 1967) nació en el año de 1899 en la ciudad de
Guatemala. En Europa estudió antropología y literatura. Entre 1924 y 1933 estando
en París, investigó sobre las civilizaciones indígenas
centroamericanas junto a George Renaud (1893-1975). Durante su estancia en Francia,
Asturias tuvo la oportunidad de tener un acercamiento con sus raíces culturales
y con el surrealismo, una corriente vanguardista impulsada por André Breton.
Ambas cuestiones son importantes para entender el trasfondo de Leyendas de
Guatemala porque Miguel Ángel Asturias retomó las creencias de su pueblo para
mantenerlas vivas en un mundo que cambia constantemente y lo hizo mezclando la
imaginación con la realidad a través de técnicas innovadoras.
Leyendas
de Guatemala fue publicada por primera
vez en 1930, pero en 1948 se agregaron a la obra dos leyendas: Los brujos de la
tormenta primaveral y una pieza de teatro de 6 actos llamada Cuculcán. En la
obra encontramos leyendas de tres tipos: En primer lugar, las leyendas
precolombinas, es decir, aquellas que tocan temas sobre los nativos y sus
creencias. En segundo lugar, las leyendas de la conquista y que tratan sobre
los enfrentamientos entre los nativos y los españoles que llegaron a tierras
guatemaltecas. Y en tercer lugar, las leyendas contemporáneas que relatan las
creencias populares de los guatemaltecos en seres sobrenaturales.
Aunque
cada leyenda es distinta en muchos aspectos, el lenguaje que se utiliza en
ellos es sumamente complejo, por ejemplo, para referirse a los girasoles,
Asturias utiliza la palabra heliotropos. Además de esto, es posible reconocer
que las figuras literarias que Miguel Ángel Asturias más utilizó son por un lado la personificación, este
recurso permite que los seres inanimados como ríos y árboles cobren vida y
tengan parte importante dentro de las historias (“Las raíces habían asistido al
entierro de los cometas en la planicie inmensa de lo que ya no tiene
sangre...”, “El río entró jugando con las arenas blancas…”). Es importante
recordar que en el Popol Vuh las personificaciones también están muy presentes.
Y por otro, la onomatopeya, que le da musicalidad a las leyendas, un ejemplo
claro es en Ahora que me acuerdo: “Agarrándome una mano con otra, bailo al
compás de las vocales de un grito ¡a-e-i-o-u! ¡a-e-i-o-u! y al compás monótono
de los grillos!
Si
bien es cierto, las leyendas son muy complejas tanto por su lenguaje como por
su contenido son muy interesantes porque en ellas se manifiesta claramente la
cultura y las creencias no solo de Guatemala sino también de toda
Centroamérica, pues aunque en los pueblos se cree tanto en la religión católica
como en seres sobrenaturales que se le aparecen a las personas. Las leyendas
que no hablan sobre esto que acabamos de mencionar, nos permiten conocer más
sobre las civilizaciones indígenas aunque gran parte de lo que se narra en ellas
sea meramente ficción.
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